A pesar de ser uno de los mejores y más eficientes asesinos a sueldo, Zeferino consideraba su verdadera vocación la cata de cigarros cubanos.
Antes de ver a un cliente, Zeferino teñía su gran bigote para disimular la marca amarillenta que le dejaba su execrable vicio.
¡Le avergonzaba tanto!
1 comentario:
No cabe duda que los asesinos a sueldo siempre son quien menos te lo esperas...
Me encanta como creas historias con los dibujos
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